lunes, 4 de mayo de 2015

Secretos que no sabía que tenía guardados

¿Sabéis?
Yo antes, me autolesionaba.
Pero nunca me dio por cortarme. En parte porque empecé cuando ya tenía novio y los cortes se iban a notar demasiado al desnudarme delante suya.
No. Cortes no. Pero si me golpeaba. Me daba tortas, puñetazos y golpes en la cabeza contra la pared. Luego, cuando ya ésto no era suficiente, comencé a estrangularme.
Cogía una cuerda finita (para que no dejara marcas), la enrollaba lentamente alrededor de mi cuello y comenzaba a estirar y estirar de los dos extremos. Lo hacía despacio, manteniendo cuando llegaba al punto límite en que, si estiraba más... moriría asfixiada. Paraba cuando ya no podía aguantar más, cuando veía que iba a morir asfixiada si seguía porque llevaba ya mucho rato.
Por lo general, cuando llegaba ese punto límite, ya había calmado mi ansia de autodañarme. Después lloraba a mares durante horas, me quitaba la cuerda, e iba a echarme agua fresca donde aun la sentía.
El problema llegó, cuando empecé a no querer parar al llegar al punto límite. Es decir, no me calmaba estrangularme como lo había hecho hasta ese entonces. Más de una vez quise estirar hasta la muerte. Sólo paraba cuando estaba a punto de perder el conocimiento.

Tras un par de meses así, me empecé a dar miedo a mi misma. Cada vez tardaba más en parar. Y yo quería morir. Sí. Pero algo dentro mío decía que no, que no lo hiciese. Pero, cuando empezaba a estirar la cuerda, me costaba mucho parar. Cada vez... cada vez tardaba más en parar. Y cada vez necesitaba más fuerza de voluntad para detenerme.

Así que me juré a mi misma dejar de hacerlo y, aunque tuve bastantes recaidas, lo logré. Hace 1 año y 3 meses que no me he vuelto a estrangular.

Y, desde entonces, yo siempre suelo decir que no me autolesiono.
Pero acabo de darme cuenta de que me miento a mí misma.

Me arranco las uñas de los pies. No hablo de cortar, ni de romper, ni nada de eso. Quiero decir arrancar. Empiezo a estirar hasta que no queda uña (sobre todo en los dos dedos más pequeños), o hasta que veo que si estiro más iba a tener tal problema médico que se iba a dar cuenta todo el mundo.
También me arranco trozos de piel de la planta del pie. Aprovecho una enfermedad de la piel que tengo, que hace que a veces me salgan como pellejos o agujeritos ahí, para estirar y regodearme en el dolor que ello supone.

Hago ambas cosas casi sin pensar. Automáticamente. Siempre que me siento mal. Pero estoy tan acostumbrada a ello que ni me había dado cuenta de que era un comportamiento extraño y automutilante. Acabo de ser consciente de ello cuando, ahora, acabo de tener una brutal hemorragia en el dedo más pequeño del pie izquierdo.

Tengo que dejar de hacerlo.


2 comentarios:

  1. Lo más importante es que aceptas que es un problema y que te daña, creo que decírselo a alguien en quien confíes sería de mucha ayuda <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, creo que tienes razón pero el problema esta en encontrar a la persona indicada... Ya tuve problemas en contarte sobre la anorexia a quien no debía... Pero tienes razón, intentaré :)
      Muchas gracias por el consejo

      Eliminar